Los invitados a tomá potaje son...


Avío: utensilios usados para hacer una actividad como, por ejemplo, "lo avío der fontanero". En mi pueblo, to lo que se le echa al potaje: sus verduritas, su tocinito, su chorizo, su morcilla... Son "lo avío der potaje". Que los garbanzos sin avío como que no saben a ná, ¿verdá?
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12 de noviembre de 2010

El principio de esta locura

Es bonito hablar de los principios. Hacer un esfuerzo de memoria por recordar lo que pasó es vivirlo de nuevo. Hurgando en mi pasado hago un esfuerzo por traer al presente aquel verano de 1983 o de 1984, no recuerdo bien. Fue cuando nos dio por correr. Se puso de moda. A alguien se le ocurriría y todos fuimos detrás. Igual que se ponía de moda jugar al trompo, juntar estampitas de futbolistas… Aquel verano tocaba la moda de correr.

¡Más de 25 años ya!. En aquel verano fue cuando empecé a echar mis primeras carrerillas. Aquella extraña enfermedad, cuyos síntomas eran las ganas irresistibles de coger carretera alante, no sólo me entró a mí como digo: también afectó a un grupo de amigos (no a todos) de la calle en la que vivía en Marchena, el pueblo en el que nací.

Por la mañana tempranito, porque a otra hora en verano era impensable por el calor, nos reuníamos para escaparnos a echar unos kms: además de mí, Manolín, Miguel, Antonio Puerto, Antonio Vega... ¡Qué recuerdos! Un acompañante de excepción: Yoni, el perro vagabundo que acabó instalándose en nuestra calle y que vivía de lo que le dábamos de comer, corriendo junto a nosotros, acompañándonos allá donde íbamos, carleando, con la lengua fuera, como decimos en Marchena. Me acuerdo de aquellas piedrecitas que golpeaban la ventana para despertar al que se quedaba dormido. Recuerdo aquellos prehistóricos botines blancos que te dejaban los pies hechos polvo (marca Crube con belcro). No había para otra cosa en casa: había que aviarse con estas zapatillas de plástico. 



Peazo zapatillas esas Crube...Para cualquier cosa menos para correr. Pero es lo que había...


El recorrido invariablemente el mismo: la proeza de intentar llegar al cruce de Montepalacios, un cruce de carreteras a unos 7 kms de Marchena.  Al principio se nos resistía, pero recuerdo el día en el que llegamos (y volvimos) cubriendo la nada desdeñable cifra de 14 kms: fue la primera gran satisfacción que me ha dado el atletismo. Poco a poco los compañeros de carrera fueron siendo menos, sobre todo durante el curso escolar. Al final para todos pasó de moda. Salvo para mí. Me vi corriendo solo (algunas veces con Manolín, o con Antonio Puerto), pero casi siempre solo. A los demás dejó de interesarle. Yo seguí por muchos años más. Y los que me quedan. Eso espero.

3 comentarios:

  1. Je, je, je, impresionante lo de las zapatillas Crube. Y nos quejamos ahora de si no están adaptadas a nuestras supinación... desde luego como cambia todo.

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  2. Bueno, bueno, después de lo del colega de las chanclas mañana mismo me voy a entrenar con las babuchas de andar por casa, jajaja. La verdad es que aquellas Crube eran criminales. Me dejaban los pies absolutamente cocidos. Y no veas el olor tan agradable que despedían los pies...

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  3. Por cierto. Creo que te pasó desapercibido el concursito que hay a la derecha, debajo de la publicidad.

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